Había una vez una joven que se llamaba Cenicienta, su madre murió cuando era pequeña y su padre después de unos años se volvió a casar, la mujer tenía dos hijas, Cenicienta a penas las vio supo que harían infeliz su vida, pero amaba a su padre y no se quejó por su decisión. Un día su padre se marchó de viaje y por el camino murió, cuando le dieron la noticia a Cenicienta quedó devastada y la madrastra al ver que su marido nunca regresaría arremetió contra Cenicienta, la puso a hacer los quehaceres de la casa porque no pagaría a alguien para que lo hiciera ya que era muy avara. Cenicienta calladamente aceptó su destino. Cenicienta todos los días se escapaba de su casa y una mañana vio a un joven que arrojaba piedras al río, ella desde donde estaba lo miraba, era muy guapo, tenía porte de príncipe, él volteó y miró a su observadora que al verse descubierta corrió como si hubiera visto un fantasma, el joven sonrió. Desde ese día iba a ese lugar para ver a la joven que lo espiab