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El fantasma vengador


Este relato lo escribí en el 2019 para un blog de relatos, hace días lo encontré y quise compartir aquí:

EL FANTASMA VENGADOR 

Carol llegó a su apartamento después de un largo día de trabajo. En la editorial habían llegado varios manuscritos, y le pidieron que los revisara para determinar si estaban aptos para publicación. Ya había terminado uno y se puso en contacto con el escritor para hablar sobre algunas correcciones. Parecía un hombre agradable, aunque solo había escuchado su voz. Quedaron de verse en un restaurante para cenar. 
Sacó el manuscrito y se acostó para darle una segunda revisada y hacer algunas notas para la corrección, para hablar sobre ellas durante la cena. Se quedó dormida, pero no pasó mucho tiempo antes de despertarse sobresaltada, con un sudor frío recorriendo su cuerpo. Soñó que una mujer se acercaba a su rostro y sentía su aliento frío mientras decía unas palabras que no entendía. Encendió la luz; el sueño había sido tan real que le pareció sentir la respiración de aquella mujer.


Al día siguiente, llegó al restaurante donde había quedado con Damián Garza, el escritor. Ya estaba allí y ella caminó hacia él. Carol lo encontró atractivo. Damián se levantó al verla y le dio la mano para saludarla. Ella se sonrojó al ver cómo sus ojos claros la miraban, sintió que la atravesaban y que podía saber lo que estaba pensando. Trató de disimular, pero era obvio que le atrajo. 
Se sentaron, y mientras Carol decidía qué pedir, algo llamó su atención: una mujer pálida la miraba. A medida que se acercaba más, la atemorizaba. Miró alrededor y nadie parecía notar la presencia fantasmal que se aproximaba. Carol cerró los ojos; aunque le parecía extraño, pensó que podía ser producto del cansancio del trabajo. Cuando abrió los ojos, la mujer estaba detrás de Damián. Carol se levantó de un sobresalto, los clientes del restaurante la miraron sorprendidos, y Damián la observaba fijamente. Carol no sabía qué hacer; de repente, el miedo aumentó porque la mujer que estaba frente a ella era la misma de su sueño la noche anterior, que la había despertado asustada.

—Lo siento, tengo que irme. ¿Podemos conversar en otro momento? —preguntó Carol. 

Damián aceptó, al ver que ella estaba alterada.
Carol tomó su bolso y, al llegar a la puerta, la mujer estaba allí junto a ella.

—Es... míaaaa —dijo con voz débil.

Carol corrió a su automóvil, incapaz de creer lo que estaba sucediendo. ¿A qué se refería con «es mía»? Cerró la puerta del coche, y la mujer estaba enfrente de él. Carol cerró los ojos y puso en marcha el automóvil, conduciendo como si la policía la persiguiera. No supo cómo logró llegar a su apartamento sin tener un accidente o ser detenida.

****
Damián la llamó para saber cómo se sentía. Ella no le dijo la verdad por miedo a que pensara que estaba loca, además de no tener suficiente confianza para hacerlo. Se disculpó y le dijo que si quería, podían reunirse al día siguiente en su apartamento después que llegara del trabajo. No tenía ganas de salir y necesitaba terminar las correcciones para entregárselas a su jefe. Damián aceptó encantado.
Al día siguiente llegó al apartamento, traía una botella de vino y sushi para cenar. Los dos cenaron y conversaron animadamente. Revisaron el manuscrito y corrigieron las dudas que tenía Carol.

****
Al jefe de Carol le gustó el libro, así que Damián iba a menudo a la editorial. Con el tiempo, la amistad entre Carol y Damián creció. Él era caballeroso con ella, pero, a pesar de que todo marchaba bien entre ellos, la salud de Carol comenzó a preocupar a sus amigos, especialmente a Carlos Noguera, compañero de trabajo y mejor amigo. Carlos no aprobaba la nueva amistad de Carol y se sorprendió al enterarse de que se habían hecho novios. Él la amaba en silencio, pero disimuló y fingió mostrar alegría por la nueva pareja.

****
Carol seguía teniendo pesadillas, y la mujer que la atormentaba la seguía a donde fuera. Esta situación afectó su trabajo, deteriorando su desempeño laboral. Su jefe, al verla tan débil, le permitió trabajar desde casa, y Carlos se ofreció a ayudarle. Carol estaba agradecida por contar con su ayuda.
Una mañana, Carlos fue al apartamento de Carol y, desde una de las ventanas, vio a una mujer que lo miraba fijamente. Pensó que era alguien que visitaba a Carol. Al llegar al apartamento, miró a los lados.

—¿Y tu visitante? —preguntó Carlos.

—Estoy sola —dijo Carol.

—No hagas bromas, vi a una mujer que me miró desde la ventana de tu habitación —dijo Carlos.

—¡No puede ser! ¿También la viste? —preguntó Carol.

Él asintió, y ella se sintió lo suficientemente confiada para contarle lo que le estaba pasando desde hacía tiempo. Carlos no dudó de su historia; había visto a la misma mujer y era tal como ella la describió. Damián llegó al apartamento y se puso serio al ver a Carlos allí. Carlos entendió el disgusto de Damián, se despidió de Carol y se fue enseguida.
Carol se sentía más animada, ya que, gracias a Carlos, confirmó que no estaba loca y que la mujer no era una alucinación. Abrió su correo electrónico y tenía un mensaje de Laura, la encargada de transcribir el libro de Damián con las correcciones. Laura no sabía cómo se le habían perdido varias páginas del capítulo ocho del manuscrito y, al revisar el archivo, daba un error al abrirlo. Quería que Carol le pidiera a Damián que por favor enviara el archivo de nuevo.
Carol revisó el archivo en su bandeja de entrada y tampoco servía.

—Amor, ¿puedes enviarme de nuevo el archivo de tu libro? —dijo Carol a Damián.

Damián revisó su correo y se sorprendió al ver que también estaba dañado el archivo.

—No importa, a Laura le faltan algunas páginas del capítulo ocho, voy a pedirle el manuscrito para que puedas editarlo —dijo Carol.

—No puedo, no recuerdo qué sucede en ese capítulo —dijo Damián. Carol sonrió.

—¿Cómo no vas a saber qué sucede? Es tu historia. Yo la leí y sé que es sobre el descubrimiento que hizo el detective. Tú la escribiste y tuviste que leerla para editarla —dijo Carol.

—Es... míaaaa. —La mujer estaba detrás de Damián. Carol la vio y, a pesar del miedo que sentía, por fin comprendió.

—¿La historia no es tuya? La robaste a la mujer que me atormenta —dijo Carol.

—¡Estás loca! —dijo Damián.

—No, ella me ha seguido desde que te llamé para publicar tu libro. La veo, y en este momento está a tu lado —dijo Carol.

—¡CÁLLATE! —gritó Damián y empujó a Carol.

Ella se golpeó con la pared y perdió el conocimiento.

****
Carlos estaba en la editorial, preocupado porque la mujer que había visto en el apartamento de Carol le parecía conocida, pero no podía recordar dónde la había visto antes.

—¡No puede ser! —dijo para sí.

Buscó en su correo electrónico el nombre Araceli Montero y leyó el archivo; era igual al que estaba trabajando Carol, con la diferencia de que el autor era Damián. Carlos buscó en Internet el nombre de Araceli Montero y encontró varios artículos sobre ella. Algunos decían que estaba desaparecida. La investigación había concluido porque habían pruebas de que se había ido, aunque para los familiares seguían pensando que algo malo le había ocurrido porque ella nunca se iría sin decir a dónde.
Carlos llamó a Carol, pero no respondió. Algo le decía que Damián tenía que ver con la desaparición de Araceli. Se sobresaltó al verla allí; Araceli solo hacía señas con la mano para que lo siguiera. Carlos, sin saber qué hacer, escuchó lo que le dijo Araceli.

—Ayúdala, está en peligro —dijo Araceli.

Carlos entendió que se refería a Carol. Salió de la oficina y siguió a Araceli. Subió a su automóvil y condujo hacia el lugar al que Araceli lo llevó: una fábrica abandonada. Antes de bajarse, llamó a Iván Barrios, un amigo policía, y le dijo que Carol estaba allí secuestrada. No pudo explicar cómo sabía que estaba en ese lugar. Iván le pidió que se quedara afuera hasta que llegara, pero Carlos no hizo caso y entró a la fábrica. Vio a Damián, que estaba solo.

—¿Dónde está Carol? La policía ya viene hacia acá. Sé lo que le hiciste a Araceli: robaste su historia y la hiciste pasar como tuya. La mataste para quedarte con ella —dijo Carlos.

—Esa imbécil merecía lo que le pasó —dijo Damián.

—Vas a pagar —dijo Araceli, y tomó del cuello a Damián.

—¡Quitámela! —suplicó Damián.

Iván llegó en ese momento y se quedó sorprendido al ver a Damián aterrorizado. Mientras gritaba, Damián confesó haber matado a Araceli y a Carol. Carlos, al escuchar esto, casi cae al suelo; no podía creer lo que escuchaba. Araceli lo soltó y señaló un tanque de agua. Carlos corrió y encontró a Carol dentro, tomó su mano aún estaba tibia. Carlos llamó a Iván y le pidió que enviara una ambulancia inmediatamente. Se quedó junto a Carol hasta que la ambulancia llegó, la sacaron del tanque y fue trasladada al hospital.
Estuvo cinco días inconsciente, y Carlos no se apartó de su lado durante ese tiempo. Finalmente, Carol despertó y, aunque aún estaba débil, se recuperó con el apoyo de Carlos.
En la fábrica encontraron el cuerpo de Araceli. Damián fue arrestado y acusado de asesinato y por el secuestro e intento de asesinato de Carol. En la fábrica había suficiente evidencia para condenarlo. En la cárcel, Damián pasaba sus días gritando y exigiendo que sacaran a Araceli de su celda, mientras los otros presos se reían de su locura.
Carlos y Carol buscaron a la familia de Araceli y les entregaron el contrato de publicación de su libro, como una forma de darle paz a su espíritu.
****
Desde ese momento, Carol y Carlos permanecieron juntos, y entre ambos publicaron un libro basado en la historia que vivieron. Aunque para el público era una historia de ficción, ellos sabían que era una historia real de un fantasma que buscaba justicia.

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