El invierno llega con su manto blanco, cubre todo con un silencio profundo.
La nieve cae suave, como lágrimas del cielo que descienden al suelo, y mientras cae junto al viento susurra secretos de tiempos pasados; cobijados en nostalgia.
El invierno es tiempo de reflexión, de quietud y de calma, donde el frío del pasado nos hace reflexionar sobre lo que fuimos y lo que ya no somos. La vida es un eterno retorno, donde la primavera de la juventud da paso al otoño de la madurez, pero al llegar el invierno de la vida en declive, de sombras y de despedidas; donde nos encontramos con la nostalgia, y nos envuelve en el recuerdo de lo que fue y ya no es. Pero incluso en el frío y la oscuridad, hay una belleza que nos hace reflexionar sobre nuestra vida; en este viaje que es un camino que debemos recorrer con sus estaciones y sus ciclos. Y debemos aprender que en cada invierno, hay una oportunidad para reflexionar, para crecer y para renacer. El invierno de la vida nos enseña a valorar el tiempo que tenemos y a aprovechar cada momento porque la vida es breve y debemos vivirla con intensidad, aceptando el paso del tiempo y los cambios inevitables que suceden en nuestro camino.
L J Román
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