Hace meses comencé a escribir un nuevo libro, la historia comenzó a fluir, parecía que la terminaría pronto, las ideas llegaban, pero de un momento a otro la historia quedó cómo congelada en el tiempo, no he podido escribir una palabra más, no sé si es porque todavía estoy triste por Joaquín, lo extraño tanto, extraño que cuando estaba frente al ordenador, él llegaba y con una seña me preguntaba si quería tomar café, lo traía y siempre preguntaba cómo iba la historia, luego me decía que vería las películas de mis libros y creo que lo decía convencido. Ahora en todo momento pienso en eso, extraño tantas cosas de él. Creo que esa es la razón de mi bloqueo, no puedo imaginar la historia y solo se me va el tiempo en pensar qué voy a escribir y me quedó mirando la pantalla cómo si con solo eso las letras van a escribirse solas. Así que estoy cómo las personas que van a comenzar una dieta, porque llevo tiempo pensando que «el lunes comienzo a escribir.»
Cuento MANZANITA de Julio Garmendia Cuando llegaron las grandes, olorosas y sonrosadas manzanas del Norte, la Manzanita criolla se sintió perdida. —¿Qué voy a hacer yo ahora –se lamentaba–, ahora que han llegado esas manzanas extranjeras tan bonitas y perfumadas? ¿Quién va a quererme a mí? ¿Quién va a querer llevarme, ni sembrarme, ni cuidarme, ni comerme ni siquiera en dulce? La Manzanita se sintió perdida, y se puso a cavilar en un rincón. La gente entraba y salía de la frutería. Manzanita les oía decir: —¡Qué preciosidad de manzanas! Deme una. —Deme dos. —Deme tres. Una viejecita miraba con codicia a las brillantes y coloreadas norteñas; suspiró y dijo: —Medio kilo de manzanitas criollas, marchante; ¡que no sean demasiado agrias, ni demasiado duras, ni demasiado fruncidas! La Manzanita se sintió avergonzada, y empezó a ponerse coloradita por un lado, cosa que rara vez le sucedía. Y las manzanas del Norte iban saliendo de sus cajas, donde estaban rode
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