Nada es tan grato como recibir palabras de tus seres queridos que te llenan de ánimos.
Cuando comencé a escribir toda mi familia me apoyó, estaban animados con el proyecto que había comenzado.
Mi esposo me decía que vería las películas de mis libros, con tanta seguridad y una sonrisa en su rostro, que me sentía bien, aunque no se ha hecho realidad, con la confianza que lo decía es ya suficiente para hacerme feliz porque tenía fe en mí, sus palabras me llenan de satisfacción porque sé que me amaba y deseaba en grande lo mejor para mí, por eso siempre lo amaré.
También cuento con el apoyo de mis hijos que me ayudan a leer, corregir, editar y hacer las portadas, soy tan afortunada de contar con ellos.
Mi hija me envió este mensaje, ella estaba leyendo «Mujercitas» y se acordó de mí porque justo unos días antes le comentaba que no me sentía tan animada para escribir porque no sabía sí realmente era buena para escribir, sentía que estaba perdiendo el tiempo (pasaba por un momento de «no confiar en mí»). Me alegró recibirlo, creo que muchos pasamos por esos momentos de desconfianza. Mis hijos son los mayores críticos que tengo.
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