Mi abrazo y agradecimiento a todos los que con sus mensajes de cariño me felicitaron ayer, le doy gracias a Dios por darme la oportunidad de tener gente maravillosa en mi vida y aunque por circunstancias de la vida ya muchos no están cerca físicamente lo están aquí cerca de mi corazón, la distancia no es un impedimento para sentir el más grande afecto por los que amamos. En este año más de vida quiero agradecer a todos, a mis hijos Liliana y Joaquín por estar siempre para mí con su cariño, a Alan porque su sonrisa siempre me hace olvidar mis tristezas, a mi mamá y hermanos por siempre recordarme y darme ánimos, cuando a lo mejor ellos los necesiten más que yo, a mis sobrinos que aunque la vida nos separó siempre tienen un momento para demostrar la falta que les hago, a mis sobrinitos más pequeños que aunque a lo mejor ni siquiera me recuerden por lo pequeños que estaban cuando nos separamos siempre tienen palabras hermosas para mí, a mis primos y primas que me hicieron recordar mi infancia, a mi cuñada Isabel que siempre tiene las palabras adecuadas para mí, a mis amigos a los que conozco en persona o a los virtuales mi agradecimiento por estar allí, a los que ya no están físicamente que sé que donde quiera que estén su amor me acompaña. Si olvidé mencionar a alguien mi agradecimiento. A todos ustedes muchas gracias.
Cuento MANZANITA de Julio Garmendia Cuando llegaron las grandes, olorosas y sonrosadas manzanas del Norte, la Manzanita criolla se sintió perdida. —¿Qué voy a hacer yo ahora –se lamentaba–, ahora que han llegado esas manzanas extranjeras tan bonitas y perfumadas? ¿Quién va a quererme a mí? ¿Quién va a querer llevarme, ni sembrarme, ni cuidarme, ni comerme ni siquiera en dulce? La Manzanita se sintió perdida, y se puso a cavilar en un rincón. La gente entraba y salía de la frutería. Manzanita les oía decir: —¡Qué preciosidad de manzanas! Deme una. —Deme dos. —Deme tres. Una viejecita miraba con codicia a las brillantes y coloreadas norteñas; suspiró y dijo: —Medio kilo de manzanitas criollas, marchante; ¡que no sean demasiado agrias, ni demasiado duras, ni demasiado fruncidas! La Manzanita se sintió avergonzada, y empezó a ponerse coloradita por un lado, cosa que rara vez le sucedía. Y las manzanas del Norte iban saliendo de sus cajas, donde estaban rode
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